El Ayahuasca: La Madre de Todas las Plantas  

En medio de infinidad de fragancias naturales en la densa foresta amazónica nace, crece y vive esta mágica enredadera llamada Ayahuasca. Es una liana grande, trepadora, se le encuentra envuelta sobre troncos macisos. Sus hojas son ovaladas-elípticas que al secarse adquieren un ligero color dorado. Con flores de suave aroma blancas, rosadas o amarillas.

Se le conoce como Ayahuasca, Yagé, Caapi, Bejuco de oro, Napi. Esta planta sagrada, cuyo nombre científico es Banisteriopsis caapi, se encuentra en las selvas amazónicas del Perú como de Colombia, Ecuador y Brasil y durante siglos se ha usado en ceremonias rituales.

Al ayahuasca se le considera una planta maestra o psicoactiva por la capacidad que tiene para quien la ingiere de expandir la conciencia y permitirle acceso a conocimientos de si mismo y de la humanidad; se le denomina también planta enteógena. Además del tronco de Banisteriopsis caapi, la pócima contiene hojas de chacuruna (Psychotria viridis) y produce cuando se la ingiere efectos psicoactivos y purgativos.

La bebida es de color marrón rojizo, con un ligero espesor, de sabor amargo, de olor penetrante e inconfundible. Es sorprendente notar como la cultura indígena pudo lograr una mezcla tan precisa y de tanto conocimiento de los efectos y valores químicos y farmacéuticos de las plantas ya que la liana Ayahuasca es rica en Beta carbolinas (harmina, harmalina y tetrahidroharmina) que inhiben la acción de la enzima monoamino oxidasa (MAO) que se encuentra naturalmente en el tubo digestivo e hígado. Esta enzima destruye la dimetil triptamina (DMT), sustancia contenida en la chacruna. Al ser bloqueada la MAO, no destruye la DMT y esta puede llegar al cerebro donde produce un efecto psicotrópico intenso. (R. Giove, La Liana de los Muertos p.24). Es decir a nivel bioquímico la sustancia visionaria esta contenida en la chacruna y es la ayahuasca la que le permite actuar bloqueando la sustancia que la puede destruir y provocando el vómito curativo.

El Ayahuasca se prepara bajo la vigilancia de un maestro o maestra curandera, según ellos para otorgarle su fuerza para la curación. La brindan a sus pacientes en rituales nocturnos, plenos de sonidos que a veces parecen verdaderas orquestas naturales. El maestro cuida las proporciones exactas de las plantas, que sea preparada a fuego lento, que no se derrame de la olla, que no hayan interferencias energéticas durante su larga preparación de unas 10 horas aproximadamente.

Las sesiones son dirigidas por un maestro especialista en este arte. Una vez ingerida la bebida, según la dosificación del maestro, produce una expansión de nuestra conciencia interior que se manifiesta en una especie de mareación. En ese estado el paciente no pierde nunca la conciencia y es guiado por el canto y las artes del maestro para producir la curación.

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